Se quedó pegado mirando la Luna
de nuevo. Era lo mismo todas las noches, excepto cuando llovía. Esperaba a que
le empezara a doler el cuello y entraba a casa con una sonrisa en la cara.
Llani lo miraba todos los días desde la ventana, mientras él miraba la Luna. No
sabía cómo se llamaba ese tierno viejito que repetía todos los días la misma rutina
en la calle vacía, a eso de las cuatro de la mañana.
Llani tenía perfectamente claro que
no debía estar despierto a esa hora, pero la curiosidad siempre puede más. Todo
empezó cuando le vino una de las peores gripes que, en su corta vida, pudo
recordar. No pudo dormir una noche entera y conoció unilateralmente al viejito.
La duda lo había mantenido pendiente por ya casi tres meses, pero esa noche había
decidido averiguar de qué se trataba todo ese asunto.
Al día siguiente, se mantuvo
pendiente para ir a encontrarlo cuando fuera a comprar el pan, a eso de las
cinco de la tarde. Lo persiguió como una cuadra; la gente grande tiene las
piernas más largas, por lo que tuvo que correr para alcanzarlo antes de que
pasara de la esquina de la que su madre le permitía salir solo.
- Disculpe señor-, gritó. El
viejito sonrió al verlo correr tan desesperadamente y decidió esperar a que lo
alcanzara.
- Hola chiquito, ¿qué sucede?-
Preguntó inmediatamente.
- Me llamo Llani, vivo al frente
de su casa.
- Que nombre tan peculiar - dijo
el viejito. Llani puso la misma sonrisa que había acostumbrado poner cada vez
que alguien le hacía comentarios de ese tipo. -¿En qué te puedo ayudar?
- Es que quería saber por qué
todas las noches usted sale a mirar la luna. –Dijo el pequeño sin preocuparse
de lo que el viejito podía pensar respecto de la idea de ser observado
constantemente por un niño pequeño. – No entiendo por qué lo hace, pero
necesito saber. Es urgente.
- Necesitas saber... - Rió el
viejito. –Bueno, si ese es el caso, estoy obligado a contestarte. Lo cierto es
que me quedo mirando la luna, porque una vez me dijeron que es ahí donde se van
los objetos perdidos cuando son olvidados.
- ¿Y quién le dijo eso? A mí me
enseñaron que a la Luna se va la gente mala…
- Bueno, a mí me lo dijeron
muchas personas. Y déjame preguntarte algo, ¿Crees que la Luna es hermosa?
- Si po, lo creo; es
grande, brillante y está en el cielo, lo cual es lejos lo más bonito que
existe.
- Entonces, ¿No crees que es un
lugar demasiado hermoso como para que esté lleno de gente mala? A mí me dijeron
que a la Luna van los objetos perdidos que son olvidados, porque es una forma
de darles una nueva oportunidad.
- Pero entonces ¿por qué la mira
tanto? ¿Tiene un objeto perdido por ahí?
- Eso es lo que creo en realidad.
- Pero, disculpe que le diga, no
tendría sentido que mirara a la Luna todas las noches solo porque se le perdió
algo. Usted mismo lo dijo; a la Luna llegan los objetos perdidos que son
olvidados, y si usted sale a mirar todas las noches, es porque claramente no ha
olvidado eso que perdió. A lo mejor podría buscarlo en algún otro lugar, pero
no en la Luna.
- Nunca lo había pensado de esa
forma, lo más probable es que tengas razón Llani. ¿Cuántos años tienes?
- Once
- Eres bastante inteligente para
tu edad. –Dijo el viejito acariciándole la cabeza. Llani puso la sonrisa que
siempre ponía cuando la gente le decía ese tipo de cosas y luego suspiró.
- Bueno, pensé que miraba a la
Luna porque había descubierto una forma de comunicarse con ella. Pero bueno. Al
menos ahora sé dónde se van las cosas que pierdo y olvido. Lástima que ya
olvidé todas esas cosas que perdí y que ahora están en la Luna. Sino podría
soñar con ir a visitarlas alguna vez.
- Sólo porque no recuerdes algo,
no quiere decir que no puedas visitarlo. O tal vez esperar que ese algo te
visite.
- Caballero, ahí si que no
entiendo a qué se refiere. Solo tengo once años. No exagere mi inteligencia,
porque mi profesora le dijo a mi mamá que si hacía eso me iba a convertir en un
niño ingreído. Que es muy común en
los niños que no tienen hermanos, como yo.
- Bueno, espero que nunca te pongas
ingreído, eres un chico muy
divertido. Tengo que ir a comprar. Vuelve a tu casa antes de que tu mamá
empiece a dudar de tu inteligencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario