viernes, 14 de octubre de 2011

... y lo que se rompe


¿Por qué será que todos los niños lloran cuando se rompe algo? Bueno, más lloran cuando es su culpa… A veces pienso que puede ser porque se les abre una grieta hacia el mundo real… un mundo donde las cosas desaparecen, nada es estable, y un mínimo descuido puede provocar que un objeto muy preciado se rompa en mil pedazos, mientras lo único que la persona puede hacer, es sentarse a mirar, y llorar sobre lo que ya no tiene arreglo.

Bueno, hay excepciones. Cuando era pequeña, Sofía dejó caer de sus manos una taza blanca con pequeñas flores rosaditas. Solo se rompió el asa de la taza, y lo volvieron a arreglar con “la gotita”. A veces esas cosas pasan, lo que sucede es que cuesta averiguar qué tan roto está lo que se rompió, porque da miedo mirarlo. El abrir los ojos y ver tu desastre es el último acto de valentía. Pero es necesario.

Aun así cuando un niño llora después de quebrar algo, los padres inmediatamente lo alejan de la escena… cuando yo rompía vasos, mis papás volvían mostrándome uno igual, para que yo creyera que era el mismo que se había sanado… pero cuando fueron pasando los años, uno ya no cree mucho en esas cosas.

Quizás la mayoría de los seres humanos se queda estancados en la etapa en que se rompen las cosas, se escucha el sonido, y se cierran los ojos. Es más fácil pensar en cómo salvar lo que queda, que realmente mirarlo.
Marisopas

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