viernes, 26 de diciembre de 2008

A él le gusta jugar a las cartas.

Le gusta el sonido que hacen al doblarse y golpear la mesa cuando las reparte para sí mismo. Le gusta jugar solitario mientras sostiene a un pequeño cachorro entre sus brazos. Su casa huele a madera; un intenso olor a madera.
Como arrancada de lo profundo de un bosque que no se puede ver si no estás soñando. Esos con árboles gigantes que a veces caminan y te guiñan el ojo cuando estás perdido.

A él le gusta jugar cartas, a él le gusta ese olor.

Le gusta la sensación de mirar por la ventana y ver lo descontrolado que está el mundo mientras que su mayor preocupación es terminar el juego de solitario y poder empezar de nuevo.

Le gusta sentir que está vivo tomándose una taza de té y mirando a sus nietas correr por la casa, jugando con cintas invisibles que se amarran a sus pies y hacen siluetas de colores preciosas en el suelo.
Le gusta ver los cabellos reír mientras ellas hablan y corren. Corren y hablan.
Le gusta escucharlas respirar aceleradamente cuando se van a acostar encima del sillón al final del día.
Le gusta pellizcarse la nariz y poner gestos extraños en su cara para animar a cualquiera....

Pero al final del día.... termina jugando solitario en una mesa... esperando que alguien se siente frente a él y le acepte jugar una mano de carioca.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Humanidad

A veces me gusta esconderme en los restos de sonrisa que te van quedando. Esos momentos en los que simplemente quieres desaparecer y sabes que debes quedarte o el mundo se desmorona y tu metro cuadrado se sacude. Me gusta cuando cubres tus ojos con tu pelo y tratas de llorar sin que las lágrimas bajen por tus mejillas, me tomas la mano sin hacerlo y tal vez sin saber mi nombre. Tienes palabras en los labios, que a veces prefieres no decir y soportar los edificios caerse sobre tí. Me gusta cuando entrecierras tus ojos y llegas a sentirte como Frankenstein, cuando pretendes encajar en todos los lugares y lo único que quieres hacer es no encajar y poder irte a casa... solo.
Me gusta cuando tienes frío y estás tibio. Cuando sientes hambre y estás comiendo. Cuando no notas la magia a tu alrededor y es necesario que alguien te sacuda para que despiertes. Me gusta porque en ese momento realmente siento que estás vivo y eres humano.
Te separa de un pedazo de hielo. Una muralla que no se abre.

martes, 18 de noviembre de 2008

¿Qué haces aquí?

Sólo vengo a presentarte... luego me voy. Lo prometo.

Hola, Lizz es una niña que crece dentro de la mayoría de las personas. Esas impulsivas que a veces escriben demasiado y no miden las consecuencias. Pero ha aceptado aparecerse por aquí de vez en cuando y compartir parte de sus divagaciones esta página web que según dice (las páginas webs son muy cambiantes, nunca confíes en ellas del todo), se llama "blog".

Cuando Lizz sonríe suelta polvo de hadas... igual que la mayoría de ustedes. Si creen. ¿Acaso no son las sonrisas y abrazos la gasolina más alcanzable? ¿Han intentado sonreírle a un extraño con sinceridad? Las sonrisas se contagian. No sólo los enojos y las malas reacciones. No seamos pesimistas. Contagiemos sonrisas.

De hecho... acabo de decidir que aquí estará prohibido usar la palabra "no"...

Me retracto. Úsenla con libertad. Todas las palabras deben ser usadas. Si las prohíbo... quizás las susurraran a escondidas.
Como los bebés. Anda a decirle a uno que "no meta los dedos en el enchufe" porque evidentemente querrá hacerlo.

Pero les daré un ejemplo realista... No se imaginen un elefante.
Ay lo tienen. Ahora... una pregunta ¿de qué color era el elefante que te imaginaste?
Y lo tienen de nuevo, dibujaron el elefante en su mente, dos veces. Y probablemente otra vez ahora. Wou. La mente juega trucos.

A Lizz le gusta saber el color favorito de la gente. Wou. Le encanta. Y también colecciona palabras favoritas. Así que son todas bienvenidas.

Y ustedes son bienvenidos aquí.
Marisopas

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