martes, 3 de enero de 2012

Sólo lo cotidiano



Gracias a Joel :)

El elefante rosado sentado en el paradero de la micro le sonrió y a la chica pelirroja y le preguntó la hora. Dijo que se iba a juntar con su amigo el Oso Hormiguero a las tres, porque tenían que tomar el té, como todos los días. Igual a ella le pareció extraño que tomaran té tan temprano, y con ese calor, pero prefirió no preguntar, ya que quizás era más interesante no saber.

Cuando se abrió el cielo ya cayó al suelo la micro en la que se tenía que subir, se preguntó por qué el sonido de las puertas abriéndose había dejado de sorprenderla hace tantos años. Pero no había tiempo para deternse mucho, porque todo el mundo anda siempre tan apurado.

Uno de los caballeros de la fila de atrás, que tenía una nube gris y lluviosa sobre su cabeza le preguntó si es que tenía algún paraguas que le prestara. Era divertido, porque ella siempre salía con paraguas de la casa, por si acaso alguien se le ponía a llorar encima, pero ese día lo había dejado junto a la ventana, para que tomase aire.

A los pocos minutos, entró el obsesivo que siempre andaba cortando pelo. Se subía todos los días a distintas micros a cortarle el pelo a la gente. Su tijera era muy delgada y sonaba muy chistoso, pero no era divertido cuando se te acercaba y te cortaba el pelo por estar distraído. "Me dicen que después lo trafica, y lo vende en el Paseo Ahumado" (sí, Ahumado), le susurró una señora gorda a la otra, mientras el chofer ya tomaba la curva más terrible del mundo.

El vendedor de abrazos y suspiros enlatados se metió por la puerta de atrás y empezó a ofrecer sus servicios. Las señoras copuchentas compraron una docena entre las dos, y la chica pelirroja por un momento se sintió tentada en agarrar un besito pequeño que estaba colgando de uno de los sucios dedos del vendedor. Pero no, lo dejó ahí mejor. Después uno se hace adicto a esas cosas.

Y de la nada, apareció un caballero vistiendo gris, con unos audífonos conectados en sus orejas, de pronto se puso a chillar como loco porque había perdido dinero en una apuesta de esos caballos que corren mucho. La chica pelirroja y todo el resto de la micro lo miraron y quedaron pensando. "La gente puede llegar a ser muy rara".

1 comentario:

JGV dijo...

Esto es extrañísimo, bueno, pero muy extraño... pero bueno, no se puede esperar nada más de una conversación tuya y de Yoel jajaja

Marisopas

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