Lo que sucede cuando no estás en tu casa
- Y se volvió a ir con la cabeza gacha. -Dijo la puerta después de haber sido azotada contra la pared.
- No me gusta cuando está enojado. Siempre me termina derramando el café encima y me quema. -Dijo la mesa del comedor.
- Pero a tí no te golpea contra la pared cada vez que se va. Tienes suerte de no haber sido puerta.
- O piso.
- ¿A tí qué te hace? -Preguntó la puerta después de la intervención del piso. Con la mirada altiva, "No hay nada peor que lo que me hace a mí", pensaba.
- Bueno, a ustedes les toca cuando anda triste o desanimado, pero cuando está feliz y se pone a saltar de un lado a otro, es insoportable. A demás que tengo que aguantar a esa alfombra que me cae pésimo.
- ... Y te aprovechas que está en la tintorería. -Dijo la mesa riendo.
- Por supuesto, si llegara a escucharme...
- Ay, por favor, escúchense, todos se quejan de lo complicada que es su vida y nadie pensó en mí. -Dijo el refrigerador. -No me ha quitado el hielo en tres meses, en cualquier momento perderé la sensibilidad. Y siempre derrama la leche encima, porque no le gusta perder el tiempo cerrando bien la caja.
- A mi siempre me olvida. -Dijo el celular, justo cuando la puerta sintió un cosquilleo en su cerradura, y apareció él de nuevo. -Pero luego se acuerda y vuelve a buscarme. -Agregó el celular. -No hay nada peor que ser olvidado. Creo. Soy un celular, no sé mucho al respecto.
Él se lo echó al bolso y salió apurado de nuevo, dándole un golpe más suave a la puerta.